Impresoras 3D, ¿la tercera revolución industrial?

La idea de las impresoras 3D es tan sencilla como revolucionaria. Consiste en crear objetos físicos a partir de un archivo modelado antes en un ordenador. “No me voy a poner cursi y decir que puedes hacer todo lo que imaginas, pero la impresión 3D tiene el inmenso potencial de hacer muchas cosas de forma diferente, pura innovación. Lo mejor está por descubrir. Además, en combinación con un escáner 3D, las aplicaciones se multiplican”. Son palabras de Jon Bengoetxea, responsable de Tumaker, una empresa con sede en Oiartzun (Gipuzkoa) que ha desarrollado ‘Voladora’, una impresora 3D con tecnología 100% vasca. Diversos analistas y medios como The Economist apuntan2 a las impresoras 3D como la cabeza visible de una ‘Tercera Revolución Industrial’, en la que se apuesta por la calidad, la innovación y los productos hechos de forma local, a pequeña escala y a medida. El periodista y emprendedor en Internet Nicolás Boullosa explica3 que “las grandes factorías instaladas en países emergentes, fruto de las economías de escala, cederán protagonismo a talleres de profesionales, de nuevo en los países desarrollados”

impresión 3d
impresión 3d

Posibilidades inmensas Empresas de sectores muy diversos utilizan ya impresoras 3D para generar prototipos de productos, piezas, o utillaje para sus procesos de fabricación; en formación profesional y universidades para crear prototipos e incluso objetos funcionales que aplican a robótica, electrónica, mecánica, arquitectura, etc.; o en laboratorios de investigación para hacer a medida sus propias herramientas. En 2013, según diversos datos manejados por Bengoetxea, la cifra de negocio movida por la industria de las impresoras 3D alcanzó los 895 millones de euros, y hay estudios que estiman que para 2025 podría rondar una horquilla entre los 3.200 y los 47.000 millones de euros. Szilárd Kados, diseñador gráfico e ingeniero 3D en DeustoTech.

 

A medida que su uso se diversifica y generaliza, las impresoras 3D y sus resultados se pueden ver tanto en el espacio como en la casa de algún entusiasta de esta tecnología. La Agencia Espacial Estadounidense (NASA) ha llevado a la Estación Espacial Internacional la ‘Zero-G’, una impresora 3D para estudiar las posibilidades de imprimir objetos 3D a bordo de las naves espaciales. Los astronautas serían así más autónomos y no dependerían del suministro de nuevas piezas o elementos desde la Tierra, esencial para misiones a otros planetas. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha puesto en marcha el proyecto ‘Amaze’ para el desarrollo de estas técnicas, mientras que organizaciones como Inspiration Mars Foundation o Mars Wane las consideran claves para que dentro de unas pocas décadas haya colonias con humanos en el planeta rojo.

Primera Impresora 3D en la Nasa
Primera Impresora 3D en la Nasa

La impresión 3D se adapta a las necesidades de sus usuarios, de manera que se pueden hacer desde piezas diminutas hasta productos más grandes como edificios o automóviles. La empresa china Winsun New Materials construye viviendas en un día a partir de piezas impresas prefabricadas. El estudio de arquitectura danés Eentileen y la empresa Facit Homes, especializada en crear casas personalizadas, pusieron en pie la Villa Asserbo, una vivienda unifamilia a partir de diseños 3D. En Ámsterdam, el estudio Dus Architect’s ha diseñado un edificio, Print Canal House, con una impresora 3D creada para que pudiera fabricar las piezas con las dimensiones requeridas. Los diseñadores londinenses Zero Zero han inventado un sistema para construir espacios habitables con componentes que pueden obtenerse en Internet, para imprimirse y montarse en cualquier lugar. Según sus responsables, la impresión 3D abarata costes y reduce el impacto ambiental de la construcción. Kor Ecologic es una empresa canadiense que ha creado el ‘Urbee’, un coche híbrido con piezas obtenidas en una impresora 3D. El vehículo recorre 100 kilómetros con 0,86 litros de biocombustible y ha costado 55.000 euros, la mitad de lo que hubiera supuesto con métodos convencionales. Un equipo de la academia de ingeniería blea Group T ha creado ‘Areion’, un pequeño coche de carreras cuya gran mayoría de piezas se han impreso en 3D a partir de un modelo digital.

“La impresión 3D se adapta a las necesidades de sus usuarios, de manera que se pueden hacer desde piezas diminutas hasta productos más grandes como edificios o automóviles”

El sector médico-sanitario es uno de los que más puede beneficiarse. Además de la citada prótesis del joven Omar, otro caso llamativo es el de Kaiba Gionfriddo, un bebé de seis semanas incapaz de respirar por si solo que salvó la vida gracias a una tráquea artificial impresa en 3D por un equipo de la Universidad de Michigan (EE.UU.). Bespoke Innovations, con sede en San Francisco (EE. UU.), produce prótesis personalizadas con un menor coste que las tradicionales. Organovo trabaja en el desarrollo de ‘bioprinters’, para la creación de órganos humanos con impresoras 3D a partir de células madre. Sin ir tan lejos como la creación sintética de órganos para trasplantes, se baraja la posibilidad de crear copias de órganos impresas en plástico u otro material sencillo para practicar operaciones complejas antes de hacerlas con el paciente.

Impresión 3D de piel y tejidos
Impresión 3D de piel y tejidos

El mundo de la ciencia también puede sacarle mucho partido. Un equipo del Imperial College de Londres han creado las ‘sculplexity’, esculturas creadas con impresoras 3D para llevar a la realidad conceptos matemáticos.

Impresión 3D para todos los públicos

 

El responsable de Tumaker diferencia entre las empresas que ofrecen productos muy sofisticados y de nicho para diferentes sectores de la industria, como Stratasys y 3D Systems, Flashforge  y las empresas que ofrecen “impresoras 3D personales”.  Según Bengoetxea, se pueden encontrar impresoras 3D “en formato kit” que pueden rondar los 300-400 dólares, pero para sacarles rendimiento hay que saber montarlas y usarlas, y para ello hace falta invertir “más tiempo del que normalmente se está dispuesto”. Bustamante recomienda a quien quiera comprarse una que piense antes para qué la quiere: “hay que saber diseñar en 3D. Si no, se va a dedicar únicamente a descargarse de Internet diseños ya realizados por otros usuarios.” 

Las aplicaciones más ‘domésticas’ son cada vez más diversas y originales: juguetes personalizados por la empresa Imaginarium; platos de comida originales por la empresa barcelonesa Natural Machines; zapatillas de atletismo para mejorar el rendimiento de los corredores por marcas como Puma, Nike o Adidas; joyas con diseños únicos por la neoyorquina American Pearl; miniaturas 3D para la reconstrucción de la escena de un crimen por la policía de Tokio; réplicas exactas de cuadros famosos por la compañía rusa Prixel; vestidos a medida para la actriz y bailarina Dita Von Teese; carcasas para teléfonos móviles por Nokia; auriculares que encajan a la perfección en los oídos por la empresa neoyorquina Normal; el busto del presidente de EE.UU. ,Barack Obama, por un equipo del Instituto Smithsonian; y un etc. que se irá viendo en los próximos años. Como señala Bengoetxea, “acabamos de entrar en un proceso donde las personas fabricarán casi cualquier cosa estén donde estén y cuando lo necesiten. Casi nada.”

 

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